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Concurso de cuento infantil

PEDRITO BOTERO


ANTOLOGÍA
2005 - 2015 »SELECCIÓN«
arriba

2011

CIUDADES Y BARRIOS

niño escribiendo

ÍNDICE

» Mi barrio. Alegría de carnaval

Kelly Dahiana Maldonado Botero

Ganador

» Las guerras de mi barrio

Jenifer Aristizábal

Ganador

» Una muerte sin despedida

Manuela Ángel Giraldo

Finalista

» En mi barrio espantan

John David Betancur Pérez

Finalista

» La casa de “el frente”

Alejandra Córdoba Alzate

Finalista

» Sin título

Diana Milena Herrera Ruiz

Finalista

PRESENTACIÓN

La ciudad que ven (y narran) los niños

Los más de mil niños que participaron este año en el concurso Pedrito Botero y los veinticinco, entre ganadores y finalistas a quienes se les publica sus relatos en este libro, son unos valientes para contar lo que pasa en su barrio, porque en su barrio hay más de un cuento y no exactamente de hadas.

Ellos se atreven con palabras y sentimientos a enfrentar asuntos bravos y deben ser “grandes” por dentro para poder expresar todo lo que les ocurre a ellos, a sus amigos y familiares y a sus vecinos: que en los barrios hay inundaciones, que el agua se entra a las casas dañándolo todo, que la vida no es color de rosa, ni es tan liviana, que existe la dureza de la ciudad en forma de violencia, esa sombra que les toca enfrentar con rabia –y no debería ser así-.

Con su desparpajo y con la felicidad y la sinceridad de sus palabras, nos cuentan del mundo que conocen. Su mundo es el barrio. El barrio es la vida entera y no existe otro lugar más allá. Y hablar de un barrio en Medellín y sus alrededores, es hablar de amor, de felicidad y de muerte. Todo en una sola frase, a veces. En sus narraciones, los niños, una vez más, nos dan testimonio de una ciudad que muchos creen que no existe. Dicen que los niños no mienten.

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Algunos barrios quedan en una unidad cerrada con grama verde que no se puede pisar o son veredas de casas con patios para asolearse y con potreros donde todavía pueden ordeñar una vaca. Un barrio que se cuenta está al borde de una vía por donde se chocan los carros y otro queda al lado de un bosque misterioso. Otro barrio tiene cancha con fantasmas, columpios, bancas en el parque y ahí están la iglesia, el colegio, la panadería, una farmacia y venden helados y mercados, y no hay que ir al centro porque allí cerca tienen todo lo que necesitan.

Son valientes estos niños porque con sinceridad narran lo que ven y lo que oyen cuando van por ahí. Pueden ser estos cuentos una especie de grito silencioso. Los niños de nuestras ciudades y veredas ven la vida que se les presenta ante sus ojos y no tienen otra alternativa que gritar de horror y enmudecer luego porque sus voces jamás son escuchadas. Escribir, entonces, les viene bien y han dejado toda el alma en sus frases ocurrentes, en sus diálogos sinceros y en sus imágenes contundentes.

Para muchos ya no es el barrio de antes, el que les tocó vivir a sus papás, con árboles y pajaritos, con fútbol de calle, con conquistas poéticas de novia en la ventana. Pueden ser ahora lugares extraños o peligrosos. O tierra de nadie. Y describen y narran con sus letras honestas lo que acontece. Ellos muestran a sus vecinos, y no todos son simpáticos.

En sus relatos los vecinos se mueven por sus calles yendo a una tienda o a sus trabajos, o van de afán al hospital; otros vuelven a sus casas, van y vienen del colegio, o a misa, o al parque a conversar y jugar; y también están esos que molestan a los demás, los viciosos o los del “combo”. El lector se siente ahí, en esos barrios, dentro de algunas casas y con las puertas cerradas puede oír balaceras y gente que grita afuera. Y también se oye el rumor de las típicas chismosas malintencionadas invadiendo el silencio que se debe guardar para que nada pase.

En muchos de los cuentos está presente la realidad circundante, con sus rumores de muerte, con su violencia que asfixia y mata. Se narran los acontecimientos macabros, que superan lo macabro de los relatos de la vieja Europa. Aquí es otro cuento: el de la desazón permanente, el de la esquina que ya no es para el ejercicio de la observación de los otros y la conversación. El barrio, en tantas geografías urbanas, se ha trocado en campo de desastres. Y los muchachos lo cuentan, con palabras que transmiten sus miedos y sus desdichas.

Claro, también ellos narran fiestas y no todas terminan alegremente. Anotan sobre reuniones solidarias y por allí también pasan los rumores.

Es que son audaces nuestros niños y ellos se muestran como superhéroes sin dejar de contar la tragedia en la que realmente son víctimas.

Y son intrépidos porque lo narrado tiene colores vivos y festivos sobre el gris del pavimento o la tierra negra, sobre la realidad que es la más negra de todas.

Nos quedan algunas preguntas: ¿Qué va a ser de estos niños y niñas mañana, cuando sean grandes? ¿Son felices los niños de esta ciudad? ¿Qué les ofrece como futuro la ciudad a sus niños?

Los jurados.
Octubre de 2011

Jurados:
Juan Carlos Restrepo
Rodrigo Mora
Reinaldo Spitaletta

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ganador




MI BARRIO. ALEGRÍA DE CARNAVAL

Kelly Dahiana Maldonado Botero - 10 años
Centro Educativo Juguetones (La Unión)

Cada amanecer mi corazón se llena de alegría porque siempre que me levanto no me queda tiempo sino de quitarme la pijama y cambiarme para salir a jugar; somos tan unidos que cuando abro la puerta mis amigos ya estaban esperando, y como siempre nos vamos para un parquecito que queda abajito de mi casa. Allá nos repartimos y tratamos de buscar que todos estén felices, aunque, nunca faltan las peleas entre amigos; aunque nosotros dejamos que peleen un rato para después ir a poner la queja y colocar la cara de inocentes para evitarme un problema yo también, no sé para que se pelean si al final vuelven a llamarse para seguir jugando. Esto es algo que demuestra lo débil que es nuestro corazón para perdonar, pero también lo fuerte que es nuestra amistad.

Cada amanecer mi corazón se llena de alegría porque siempre que me levanto no me queda tiempo sino de quitarme la pijama y cambiarme para salir a jugar.

Otros días salimos a la carretera y no encontramos qué hacer, como siempre al rato alguien opina, y es que nunca tienen una idea buena, luego nos ponemos a pensar todos y sacamos un acuerdo: jugar a la banda, lo común es que cada uno hace enojar a sus padres porque tienen que quitarle tapas a las ollas, quitarle el palo a la escoba, sacarle unas cuantas tiras a la trapeadora y no falta quien tenga más forma y es un poco más rico y saca los juguetes con una trompeta de verdad, que el más charro y humilde saca el balde de la ropa con el bolinillo y hace su tambor, también sacamos el director, por supuesto el más chiquito, para que no joda tanto o tal vez, comience el desorden porque no quiere lo uno y lo otro y se ponga a llorar.

Bueno, como les venía contando, esto se forma un desorden sin igual, porque eso es al que más duro dé; como siempre pasa, no sabemos qué canción tocar, aún más difícil coordinar a todos; a mí como siempre me toca prender el equipo, poner todo el volumen, y que de ahí en adelante toquen el ritmo de la música y como nunca falta el dolor y continuamos nuestra fiesta, al oír nuestra banda se van uniendo más niños, pero como hay algunos niños que la mamá no los deja desbaratar las ollas, prefieren ir detrás bailando, entre más rato más son los niños, mientras unos tocan, los otros bailan, otros se asoman por las ventanas porque están castigados, no hay nada más humillante que eso.

niños hacen una ronda

Más tarde, como vemos tantos niños en la parte de atrás de nuestro desfile salen los niños en pijama, a pie limpio, no falta al que lo visten como un payaso o al que siempre lo visten como un bobito, eso sí es lo que siempre se ve todas las mañanas, la hermana mayor que lleva el bebé para entretenerlo un buen rato; luego dije: esto se ha convertido en un carnaval, y a lo que los vi a todos animaditos, Yo pertenezco a un grupo de danzas y comencé a gritar y decía: “Huepaaa” y ellos respondían: “Huepaaa”; todos contentos dimos la vuelta a la manzana y todos salían de sus casas a ver cuál era el escándalo, porque uno nunca espera algo bueno de la mamá, cuando no es un regaño está castigado o cuándo es que uno la está pasando bien bueno y lo entran, pero esta vez no; primero vieron que sus tapas estaban un poco dañadas pero a lo que vieron que habíamos formado tremendo carnaval vimos plasmada su sonrisa y ahí sí acabamos de dañar todos nuestros instrumentos.

Yo pertenezco a un grupo de danzas y comencé a gritar y decía: “Huepaaa” y ellos respondían: “Huepaaa”.

Al rato ya estábamos cansados y teníamos que ir a hacer las tareas y como nunca falta el gamín que sigue montado en bicicleta o jugando por ahí y la mamá tampoco le dice nada, y lo que nunca puede faltar para despedirnos ya me tengo que entrar, ¿mañana jugamos?. Es lo que como niños nunca podemos olvidar “aprovechar nuestra niñez y que nuestra mente y alma inocente dure para no perder tanta amistad y felicidad”

Así es mi barrio, siempre unido y amistoso, no olvide, nunca falta lo malo, pero todo se supera.


LAS GUERRAS DE MI BARRIO

Jenifer Aristizábal - 12 años
Institución Educativa Alcaldía de Medellín (Medellín)

Esta historia comienza el día que me pasé a vivir al barrio Belén Rincón, por lo que ese barrio es muy caliente en el sentido que hay muchas guerras, cosa que por lo que yo era tan pequeña no le prestaba mucha atención. Pero los años fueron pasando y esto fue aumentando, la mayor guerra era la del barrio Bolsa y el Ñeque, sectores del barrio Belén Rincón.

Una persona a quien a quien yo quiero mucho comenzó a charlar con los muchachos de esa vuelta del sector el Ñeque, a mi una prima me decía: mire cómo anda con esos muchachos, va a resultar metido en eso o en algún problema, yo desgraciadamente no le prestaba mucha atención.

Pero un día esa persona a quien yo quiero tanto, bajó normal al barrio Bolsa con un amigo en bicicleta, era de noche y a ellos unos muchachos del barrio Bolsa les comenzaron a disparar, eso fue en Semana Santa, por lo que había procesiones y dejaron la bicicleta tirada. Se metieron a la procesión y de ahí se fueron para la casa de un amigo de ellos. Por allá tuvieron que coger un taxi para subir.

Desde esa noche a ellos les prohibieron la bajada al barrio Bolsa, pero aquella personita a quien yo quiero, esos muchachos del Ñeque, no puedo mencionar nombres, le dijeron: no baje al barrio Bolsa es mejor, porque lo salen matando, mejor averigüe por qué les dispararon, él dijo que bueno, pero a él no le gustaba mucho la idea por lo que tenía que bajar a estudiar y a jugar fútbol, uno de los sueños de él era ser uno de los mejores jugadores de fútbol y jugar en un equipo profesional, desgraciadamente le tocó tirar su sueño a la basura, pero él de terco siguió yendo a estudiar, pero le tocaba entrar un poco más tarde y salir un poco más temprano, todo estaba bien desde que no le pasara nada.

Pero un día salió de estudiar normal y un muchacho de la vuelta del barrio Bolsa se fue detrás de él con una arma se la apuntó en la cabeza y él se quedó quieto.

Pero un día salió de estudiar normal y un muchacho de la vuelta del barrio Bolsa se fue detrás de él con una arma se la apuntó en la cabeza y él se quedó quieto, unas amigas de él comenzaron a gritar y el muchacho se arrepintió y no le hizo nada, desde ese día aquella querida persona comenzó a sentir mucho odio y se enteró que eso había sido porque alguna persona de mala lengua dijo abajo, en barrio Bolsa, que él era “Carrito”, era el que contaba todas la vueltas de abajo a los de arriba y era el que les transportaba las armas y como eso era mentira él se llenó de mucho odio y decidió meterse a la vuelta de el Ñeque y me comenzó a contar todo pero yo me tenía que quedar callada, comenzaba con pequeñas cosas, le mostraba la plaza, eso quiere decir dónde y quién vendía todo el vicio, la marihuana, la cripa, el blon, el bazuco y todo eso, le mostraban las armas, las 9mm (nueve milímetros), los ochos, las metralletas, las dobles… y más adelante le comenzaron a dar armas a él para que se defendiera por si algo y a mí me daba mucho miedo que le fuera a pasar algo, cuando se iba los fines de semana dizque a farras cuando en realidad se iba a cuidar las armas, me contaba cuales armas guardaba, y cuando habían balaceras que él también daba bala y me decía que me tenía que quedar callada y yo le decía que si, que yo me iba a quedar callada, yo le decía que me daba mucho miedo que le hicieran algo, él me decía que no me preocupara que no le iba a pasar nada, y la familia no sabía nada de lo que a él le estaba pasando.

matón

Cuando la familia se comenzó a enterar trataba de aconsejarlo de que no se buscara una muerte segura, que no lo querían ver en un ataúd el día de mañana, pero él no los escuchaba, él me decía que a él le daban mujeres, le daban armas y la pasaba muy bueno con ellos, cosas que un niño a la edad de él no hace, solo con 15 años de edad y él no se daba cuenta que lo único que estaba logrando con eso era dañarse la vida, no le importaba haber tirado todos los sueños que tenía a la basura por algo que no valía la pena, pero él ni escuchaba, ni entendía y eso a mí me ponía triste, muchas veces me ponía a pensar que como sería el barrio si no hubieran estas guerras, si los muchachos de hoy en día no se dejaran atrapar por estas cosas que no los llevan a nada, pero solo eran pensamientos, esto no iba a ser así, no era tan fácil.

Pero él ni escuchaba, ni entendía y eso a mí me ponía triste, muchas veces me ponía a pensar que como sería el barrio si no hubieran estas guerras.

Un día fue la final de fútbol entre Nacional y Equidad, ese día ganó Nacional su estrella número 11, toda la gente estaban celebrando y de pronto atropellaron a uno de los jefes de la banda del Ñeque, fue un taxi, era de noche y por esto hubo una balacera, De aquella persona de quien tanto hablo y quiero estaba en la calle, y yo me asusté mucho y me puse a llorar, yo pensé que de pronto él también estaba en esa balacera, más tarde lo vi en un taxi con esos muchachos porque estaban llevando al que habían atropellado a la clínica, al ver que por lo menos que estaba vivo me relajé un poco.

Tiempo después yo hablé con él, y le dije que por favor dejará eso, que no siguiera más, que yo no quería que nada le pasara. Él me dijo: sí, yo lo voy a dejar, mi mejor parcero se va a ir a prestar servicio militar y no voy a dejar la amistad con él, pero si él se sale de esto yo también, pensé que esto iba a cambiar pero no fue así; para sorpresa mía él se arrepintió de prestar servicio y ninguno de los dos se salió de esa vuelta. Todo volvió a ser como antes y yo a preocuparme otra vez; pero las cosas cambiaron, su papá cansado de que él se mantuviera tanto en la calle y no mucho en la casa, y sólo sabiendo unas muy pocas cosas de lo que él hacía, decidió decirle que si quería mejor estar con ellos, que se fuera a vivir con ellos pero no iba a estar en las dos partes, él no entendió razón y no hizo caso, una prima queriendo encontrar solución le dijo: manéjese bien, no salga tanto, retírese un poco de ellos así fuera por cinco o seis meses y que ella se lo llevaba a vivir a Bogotá y que allí le daba estudio, trabajo y que los fines de semana saliera a pasar bueno. Él aceptó pero a los pocos días todo se le olvidó y siguió en lo mismo, se mantenía más con ellos que en la casa y me decía que no se quería ir de por acá y yo le decía que era mejor para él pero no me hizo caso, la prima me dijo: él no quiere y si no cambia no me lo llevo, para qué y si de pronto en Bogotá busca las mismas amistades, que mejor no, también me contó que una vez soñó que unos muchachos le estaban pegando a un supuesto hermano de ella y que ella les dijo que lo dejaran de golpear, cuando lo dejaron de golpear ella se lo llevó para una clínica, y me contó que a los días se enteró de los atentados que a él le habían hecho: el primero con el amigo y el segundo a la salida del colegio, después me contó que soñó que otra vez le habían matado al hermano y que ella se lo llevó a la clínica con una supuesta hermana y que cuando pasaron por un centro comercial estalló una bomba y ella murió y que a ella y a su hermano le metieron tiros en la cabeza, me dijo que tal vez los sueños le estaban queriendo decir algo pero no sabía que sería esta vez y decidimos contárselo a él, pero él no prestó atención.

Los niños de hoy en día se dejan deslumbrar por estas bandas, por el vicio y por las armas.

Días después los del barrio Bolsa se subieron al Ñeque y se armó una balacera, en medio de esto a él le metieron dos tiros en el pie y quedó recuperándose en un hospital.

Los niños de hoy en día se dejan deslumbrar por estas bandas, por el vicio y por las armas. Sin dar razón que sólo se están dañando sus vidas y la de las personas que están alrededor.

“Si tomáramos conciencia y pensáramos antes de hacer cosas como éstas, todo sería mejor”.

ganador

UNA MUERTE SIN DESPEDIDA

Manuela Ángel Giraldo - 9 años
Institución Educativa San Antonio de Prado - Sección Carlos Betancur (Corregimiento San Antonio de Prado) La muerte

Un día soleado de mayo estaba yo en mi casa despidiendo a mi hermanita que se iría para donde su amiga Karen y cuando cerré la puerta, me acosté a dormir, luego desperté e hice todo lo que tenía que hacer, le ayudé a mi mamá, hice mis tareas y me bañé. Cuando me estaba vistiendo, escuché espantosos estruendos que hacían eco en el taller de motos, donde trabajaba el papá de mi amigo Harol. Me asusté mucho, al igual que mi madre, pero ella no le puso mayor atención, en cambio yo me asomé por el balcón y estaba llena de temor, porque nunca me había atrevido a asomarme ya que no alcanzo, y si hago mucha fuerza me puedo caer del cuarto piso, pero llena de curiosidad me empiné y sin pensarlo dos veces me impulsé.

En ese instante salían mi papá y otros cargando a mi primo tercero. Él estaba cubierto de sangre, no podía caminar por sí solo y cada vez le salía más sangre por la boca.

Mientras lo subían a un taxi, fui a avisarle a mi mamá, y le dije:

- Mami, mataron a un gato (apodo de él y sus amigos en el barrio), y mi madre , pensando que era un animal al que habían matado, dijo: ¡qué pesar, eso es pecado!

Cuando fue a mirar vio charcos de sangre y a todos muy preocupados, en esos momentos dije:

- Pobre Luisito…, y mi madre asustada, entendió a qué gato me refería.

Mami, mataron a un gato (apodo de él y sus amigos en el barrio), y mi madre, pensando que era un animal al que habían matado, dijo:
¡qué pesar, eso es pecado!

Cinco minutos después llegó mi hermana de casa de su amiga y pasó sin ver la sangre, muy asustada al vernos a mi mamá y a mi preocupadas, nos preguntó. Al contarle se puso a llorar y preguntó que quién lo había matado, entonces mi papá entraba y dijo:

- Un niño, como de 12 años en un bicicleta, le dio 4 tiros, se necesita sólo un milagro para que se salve, esperemos para ver que noticias llegan. Luego llamaron y dieron la mala noticia…, todos estaban inconsolables y decidieron, hacer de ese taller de motos, un lugar de oración y todos los días se aparece una imagen borrosa de él en el lugar donde le dispararon, y se aparece solo frente a la madre y al padre.

FIN
finalista

EN MI BARRIO ESPANTAN

John David Betancur Pérez - 10 años
Colegio Mano Amiga (Bello)

Mi barrio es verde no puedes pisar la manga porque te multa la administradora, en mi barrio salen poco los niños a jugar, también me han espantado y hay un señor loquito llamado Freddy y otro que se mantiene con un radio.

Mi barrio es verde no puedes pisar la manga porque te multa la administradora, en mi barrio salen poco los niños a jugar.

Una vez al loquito Freddy lo encerraron en un carro abandonado, él empezó a llorar y lo sacaron, un día le pegó a un niño con una tabla en la cabeza, y el otro señor, el del radio le pide siempre plata a la administradora para cargar las pilas de su radio.

También hay una piscina gratis, ¡obvio! Si pagas la administración. También está el jardinero, que una vez se cayó por un barranco y luego le escondimos la escoba y no se dio cuenta.

Espantos del barrio

Una vez iba caminando y en una casa del cuarto piso se estaba abriendo y cerrando la puerta y no había nadie porque la casa estaba en venta, una vez mi hermana, un amigo y yo íbamos caminando era muy de noche y de repente se apareció un niño que tenía un manto blanco, ojos azules, también traía una vela y estaba descalzo, entonces salimos corriendo lo veíamos por todos lados, hasta que llegamos a la cancha de arena, esta estaba rodeada por un monte y una loma, y se escuchaban risas, gritos, maullidos y se veían sombras; al ver que una sombra se acercaba lentamente corrimos pero yo me caí, pero seguía viendo la sombra acercándose a mí y mi hermana me gritaba hasta que luego reaccioné y salí corriendo, nos escondimos en el bloque 9 y creíamos que era seguro, pero la sombra volvió a vernos, sólo que está vez se veía la cara llena de rajadas, mordiscos y sangre, corrimos hasta llegar a mi casa mi hermana y yo, porque mi amigo llegó a su casa solo. Pero aún a las 12:00 a.m., en la cancha se siguen escuchando ruidos.

finalista

LA CASA DE "EL FRENTE"

Alejandra Córdoba Alzate - 12 años
Colegio Gimnasio Los Pinares (Medellín )

Bueno no sé cómo contarles bien esta historia, ya que aún me da miedo.

Bueno lo intentaré, mi barrio era lo más común del mundo, estaba ubicado cerca de la frontera de México y Estados Unidos, era un barrio muy lindo y tranquilo, a un lado de mi casa estaba la carnicería del señor Michael Smith, diagonal a mi casa queda el puesto de frutas del señor Andreu Barret quien vendía los salpicones más ricos del mundo. Al otro lado de mi casa quedaba la casa de la niña más linda de la escuela, Susi Tabares, y al frente de mi casa gris, fea, deshecha, casi totalmente destruida y allí vivía el señor más extraño del mundo; unos dicen que estaba loco, otros que se escapó de la cárcel, pero yo creo que vivía triste por la muerte de su esposa Vanesa Pemberton, él era el señor Sampson Peper. Lo extraño de él es que nunca abría las ventanas de su casa, lo único que la gente veía era la pared rosa que se alcanzaba a ver cuando el señor Sampson abría la puerta para recibir la leche. Pero a pesar de eso mi casa era la más bonita del barrio, era amarilla, con techo verde, balcón naranja y puerta azul en el piso de arriba estaba mi habitación azul, la de mi hermanita rosa y la de mis papás naranjada ¿por qué la pintamos así? Eso es otra historia.

Papá se va

En el balcón había una gran maceta con una rosa que yo regaba todos los días, la regaba tanto que ya había una gotera que caía justo en la puerta de mi casa, así que todas las noches me tocaba trapear el charquito.

En el colegio mis amigos y yo siempre hablamos de la casa gris del señor Sampson y formulábamos hipótesis sobre por qué no abría las ventanas.

Todos los días mi rutina era la misma: me levantaba, me arreglaba, regaba la rosa y me iba a la escuela; al regresar le compraba un salpicón a Andreu y me iba a mi casa trapear el charquito de la rosa.

Un día cuando estaba trapeando vi algo extraño, la ventana derecha del señor Sampson, estaba abierta y allí parado había un hombre de negro que me miraba con una mirada desafiante.

Un día cuando estaba trapeando vi algo extraño, la ventana derecha del señor Sampson, estaba abierta y allí parado había un hombre de negro que me miraba con una mirada desafiante, de repente salieron 6 señores de negro por la puerta, yo quedé paralizada, no me moví, no grité, no corrí, no parpadeé, uno de ellos me tomó del brazo y me dijo “camina adentro”, entramos, los otros 5 subieron, uno cogió a mi hermanita, otro a mi mamá y los otros 3 a mi papá, luego nos encerraron en un baño sin mi papá, luego de un rato mi mamá logró abrir la puerta y nos dimos cuenta de que se habían llevado a mi papá. Mi mamá llamó a la policía de inmediato, pero no pudieron hacer nada, les contamos con detalle lo que sucedió y uno de ellos bajó la cabeza y dijo:

-Lo siento, lo han secuestrado. Esas palabras retumban en mi mente, ni siquiera me había podido despedir de él.

Esos días la rutina no fue la misma, la flor se pudrió, ya no tenía ganas de salpicón, ni siquiera de hablar, pasaron varios días sin saber nada de mi papá. Un día la policía volvió y dijo:

-Señora nos faltó revisar la casa del frente, fuimos allá y entramos a la fuerza, la policía no nos dejó pasar más del corredor, pues podría ser peligroso, al otro día nos contaron que en esa casa había un túnel para llevar droga de México a EEUU y se llevaron al señor Sampson a la cárcel; sin embargo mi papá no había vuelto; el día del amor y la amistad llegué a mi casa y vi a un hombre sentado en la cocina y mi mamá gritó:

Papá se va

-Hija, volvió.

Y en ese instante supe que era mi padre sentí que el alma me había vuelto al cuerpo fui y lo abracé y me dijo:

-Hija, hora de comprar otra rosa y un salpicón.

FIN
finalista

SIN TÍTULO

Diana Milena Herrera Ruiz - 12 años
Comunidad Colegio Jesús María (Medellín)

Cuando tenía trece años descubrí que mi barrio no tenía nombre.

Le pregunté a mi madre quien me respondió sencillamente: no sé hijo, ¿por qué no te vas a estudiar?

Luego fui a donde mi padre quien me dijo: ¿en qué te puedo ayudar? Y yo le pregunté lo mismo y lo único que me dijo fue: qué bueno que hoy te fue bien en la escuela.

Salí de mi casa y fui a la tienda de la esquina, donde todas las personas que toman trago, fuman cigarrillo se burlaron de mí cuando pregunté. Unos me decían: oye tú no entiendes que no estamos en clase, porque no mejor te nos unes y juegas cartas con nosotros, yo compré un dulce y me fui corriendo, a una distancia escuchaba las risas de todos los borrachos. También fui a la plaza donde me encontré con un vendedor muy simpático quién me preguntó si quería verduras, intrigado lo miré fijamente a los ojos y le dije: no muchas gracias señor, yo solo pasaba por este lugar. El hombre al ver que yo no le iba a comprar nada me echó de su puesto. Seguí caminando y me encontré con el sacerdote, quien me dio la bendición y me dijo: “ve con Dios”, él me sonrió y siguió dando las bendiciones por toda la calle.

Salí de mi casa y fui a la tienda de la esquina, donde todas las personas que toman trago, fuman cigarrillo se burlaron de mí cuando pregunté.

Me topé con un hombre que olía muy feo, así que me tapé la nariz, él me miró y me dijo: cuál es tu problema con los hombres que no tenemos casa, si te sigues tapando la nariz llamaré a mis perros, yo asustado me destapé y él me comenzó a hablar, él decía: hijo qué estás buscando, porque yo te puedo ayudar; y yo respondía: no señor, muchas gracias, pero me tengo que ir. Él me seguía amenazando con los perros así que me quedaba más tiempo, lo cual era fastidioso, ya que la gente nos veía y nos hacían caras raras o se burlaban de mí (de él no se podían burlar, ya que todos los del barrio estaban amenazados con sus perros). Este hombre pasa su brazo alrededor de mi cuello (lo que es muy fastidioso para mí, ya que me produce asco), yo trato de zafarme pero él me retiene con fuerza; luego de haber caminado un largo rato dándole la misma vuelta diez veces al parque, este hombre dijo: ya me cansé de ti mejor lárgate y déjame en paz si no quieres que te eche mis perros encima, yo salí corriendo a casa, llegué y me fui para la cocina donde estaba mi madre, me acerqué a ella para pedirle algo de comer (mi madre me conoce de memoria y sabe que cuando yo me acerco mucho a ella es porque quiero comer algo) y pude observar que su cara hacía un gesto de desagrado, ella tapándose la nariz me dijo: si no te vas a bañar no te daré nada de comer, entonces yo mientras subía las escalas me comencé a lamentar, yo decía: eso fue todo culpa de ese hombre, por esto la gente del barrio va a creer que yo soy amigo de hombre, lo cual me da mucho miedo, ya que en la escuela todos se burlarían de mi; subí y me di un largo baño (una hora más o menos) entonces regresé a la cocina y mi madre me empezó a alegar: tú crees que el agua es gratis, ¡no! la verdad es que no es gratis, si quieres tú pagas los servicios, le voy a decir a tu padre… mientras mi madre me seguía alegando yo seguía pensando en el nombre del barrio, entonces me dije: como en las historietas, el superhéroe siempre tiene un reconocimiento, si yo salvo un gatito de un árbol puede que le pongan mi nombre al barrio; así que me puse muy feliz, me levanté de la mesa dejando la mitad de mi comida y le di un beso a mi madre diciéndole: mamá perdón por haberme demorado tanto tiempo en el baño, creo que ya recapacité. Entonces subí corriendo las escalas y me acordé de que no le había dicho gracias a mi madre por la comida, así que le grité desde el segundo piso: mamá eres la mejor cocinera del mundo, te quedó deliciosa la comida. Entré en mi cuarto y seguí escuchando a mi madre echando cantaleta (ahora no era por mi demora en el baño, sino porque no terminé de comer).

Entré en mi cuarto y seguí escuchando a mi madre echando cantaleta (ahora no era por mi
demora en el baño, sino porque no terminé de comer).

Me desvelé pensando y pensando en el nombre del barrio, hasta que me quedé profundamente dormido. Así que aquí viene lo más emocionante: mis sueños.

Soñé que un hombre estaba en un edificio con un gatito y que yo tenía súper poderes, entonces vi al súper villano (como siempre es el enemigo de la escuela) quien había prendido fuego al edificio mientras reía con su risa súper malvada, entonces como yo tenía los mega poderes que sólo yo podía tener, llegué y volé sobre el edificio, tomando en mis súper brazos al gatito y al hombre, mientras que el súper villano moría en llanto. Entonces cuando pisé el suelo todas las personas me aplaudían felices, los borrachitos lloraban de la felicidad, mis padres gritaban alabándome y la chismosa copiaba cada uno de los sucesos ocurridos en ese mismo momento. De repente siento un frio impresionante, abro los ojos y ahí estaba mi madre mirando muy feo y alegándome (otra vez), ella me decía: si claro como yo estoy pintada en la pared, como tu padre está de viaje vos crees que podes hacer lo que quieras, pero cuando regrese le contaré todo lo que has hecho, desde pelear con tu hermano, hasta quedarte metido en el baño más de una hora… otra vez volví a recordar mi preocupación por el nombre del barrio.

Eran aproximadamente las diez y media, cuando llegó mi mejor amiga Tamara, ella era extrovertida, de ojos verdes, de cabello negro y lacio; ella siempre me apoyaba en todo, ella me ayudaba cuando me atrasaba en una tarea, también cuando no entendía algo ella iba a mi casa y me explicaba, entonces como ella siempre me ayudaba me dije a mi mismo: si le cuento lo del misterio del barrio sin nombre ¿será que me ayuda?

Le comenté y le pregunté si tenía idea de algo, ella me dijo que nunca lo había analizado de esa forma, que apenas se acababa de dar cuenta; ella me dijo que le preguntaría a su madre y a su vecina y que nos encontraríamos en la plaza a las doce y cuarenta y cinco, yo soy muy cumplido así que estaba allí a las doce y cuarenta y dos, me quedé como veinte minutos esperándola, pero ella nunca llegó así que me fui a comprar un helado y me seguí derecho para mi casa. Mi madre vio que yo no estaba arreglando, me regañó y me dijo: si tú no vas a esa ceremonia no vuelves nunca a salir a la calle, lo cual me preocupa mucho ya que es la segunda manera en las que me puedo encontrar con mi amiga, entonces subí a mi habitación y encima de mi cama había un smoking, yo me lo puse y se me veía horrendo.

Llegamos a la ceremonia y mi único tema era: ¿amigos me ayudan a investigar cuál es el nombre del barrio? Entonces cada uno se entusiasmaba como si fuera un juego. Llegamos a casa como a la una de la mañana, llegué y me acosté a dormir de inmediato sin pensarlo.

Al otro día me desperté y me dije a mi mismo: este va hacer un día muy largo, porque en la ceremonia me encontré con Tamara quien me dijo que nos viéramos en la plaza a las nueve y media, entonces me alisté rápido para llegar temprano.

Tamara ya estaba allí cuando yo llegué, ella me regañó porque había llegado tarde. Así que nos fuimos para la biblioteca donde le preguntamos a la bibliotecaria que si nos hacía el favor de ayudarnos con el nombre de nuestro barrio, ella rió tan fuertemente que su jefe tuvo que subir a regañarla, ella enojada por el regaño de su jefe nos dijo que nos marcháramos de la biblioteca y que cuando quisiéramos volver, volviéramos calmados.

Le preguntamos a la bibliotecaria que si nos hacía el favor de ayudarnos con el nombre de nuestro barrio, ella rió tan fuertemente que su jefe tuvo que subir a regañarla.

Tamara y yo nos sentamos en una cafetería cerca a la plaza, allí había un hombre quien nos comenzó a hablar sobre él. Tamara y yo nos mirábamos entre si y sacábamos risitas, el hombre estaba completamente loco, él decía que cuando era chiquito llegaba su papá disfrazado de pepino y se reía de él, entonces Tamara y yo nos fuimos corriendo muertos de la risa hasta llegar a la plaza, donde nos encontramos con el hombre que más tiempo llevaba viviendo en ese barrio.

Yo le pregunté que si nos podía contar alguna historia, él comenzó a contárnosla hasta que Tamara dijo: señor necesitamos que nos diga por qué no tiene nombre, porque nadie se ha tomado la libertad de ponerle un nombre, hay un hombre medio loco por ahí que dice que él va a colocarle el nombre al barrio, pero también dice que quien le intente colocar el nombre será comido por sus perros. Han pasado ya varios años y ese hombre no ha sido capaz de colocarle nombre al barrio. Tamara y yo nos miramos y dijimos: nosotros le pondremos nombre al barrio, así ese hombre nos tire los perros encima. Entonces el anciano rió y desapareció de inmediato.

Tamara y yo regresamos a la biblioteca y ella dijo que colocáramos al gatito de ella en un árbol y que hiciéramos como si lo rescatáramos.

Intentamos de todas las formas que el gatito de Tamara subiera al árbol, lo cual fue imposible, entonces nos rendimos y dijimos: ojalá que el hombre de los perros sí sea capaz de ponerle un buen nombre a este barrio.

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